lunes, 29 de abril de 2013

Déjate amarme.

Déjame quererte a mi modo, en mis brazos, en mi espacio, sencillo y cómodo. Déjate besar, tranquila y pasionalmente, volverte inconsciente. Que la locura que pasa por nuestras cabezas se desvanezca en los besos sinceros que te debo. Que  mi piel y la tuya sean una, que nos volvamos eternos.

Deja que pasen las horas, no tengas prisa. Deja que sea mi sonrisa quien te busque las cosquillas, que te sorprendas cuando te encuentres perdido en mí y que te encante. Déjame cantarte, despacio y al oído, que te necesito; ábrete a sentir sin miedo. Déjalo surgir.

Cierra los ojos; besa y siente.
Déjame ser la única que te envuelva y la que ocupe tu mente.

Dulces besos.


Cuando no hay más que decir. En ese momento, cuando sobran las palabras, una mirada o una caricia lo dice todo sin que digas nada. Y también un solo beso puede expresar muchísimo.

Es increíble de lo que somos capaces los seres humanos. Podemos sentirnos inseguros, miedosos, eufóricos o felices, que aun siendo muy buenos actores tenemos la (in)capacidad de transmitir mucho de lo que no somos conscientes. Lo que se llama el lenguaje corporal, pero visto de otra forma. No tanto como una atracción, que también, sino como una puerta para el alma. 

Creo firmemente en esto. Hay personas con las que puedes tener una química increíble, y otros tantos con las que no. Y no se puede hacer nada contra eso. La química surge gracias a lo que se denomina ese "algo innato" que tienen ciertas personas. En mi corta  e inexperta vida, he pasado por suficientes casos como para poder afirmar que un beso nos hace vulnerables. Sí, nos muestra como somos, ardientes, pasionales, pasivos o sosos. Hasta algunos casos, muy babosos. 

Por eso creo firmemente en la fuerza de esa tensión previa al beso y de algunos besos en sí. Porque en ellos se demuestra lo que sientes sin capas, sin mentiras, sin esconderse. 


Un  buen beso puede extasiarte, alegrarte el día ;)


domingo, 28 de abril de 2013

tasteless


Y vas y vuelves,
Y no me dejas entenderte.
Te vuelves verde.
Y en el murmullo de la gente no dejas de sorprenderme.

¿Qué pasa  por tu mente?
No me mereces, no lo entiendes.
Ni lo intentes.
Me cansé de verte en cada esquina de mi mente.

Sí, me estremeces, quiero conocerte.
Pero a cada paso que doy te vuelves indiferente.
Tú no lo sientes. Y yo, sinceramente,
estoy cansada de anhelarte sin tenerte. 

sábado, 20 de abril de 2013

Donde estés tú.

Donde dicen que las pequeñas cosas lo son todo: ese sitio en donde sé que puedo pasar una tarde increíble con el entretenimiento de tus ojos y tu risa. Es ahí, en ese beso interminable e insaciable, como nosotros. Como las ganas que me quedan de ti; tan inexpertas como yo, tan únicas como todo lo que tiene que ver contigo.

De ese sitio voy y vengo, me entretengo, me distraigo y sí, me caigo, me pierdo. 
Pero es distinto, algo ha cambiado, puedo sentirlo. Y tu también. Ambos lo sabemos. Ni me pregunto qué será ni quiero saberlo, me gusta(s). Quiero disfrutarlo, disfrutarnos. No pensar. Saber que ahora mismo eres lo que quiero. Dejarme llevar; a donde el tiempo y tu queráis. Ser prisionera en libertad y vivir las oportunidades cuando vienen, para no dejarlas escapar. 

domingo, 7 de abril de 2013

Círculo vicioso.


Ya no sé qué estoy buscando, qué quiero encontrar ni qué estoy dispuesta a esperar.

Porque si te buscaba no te encontré y si dejé de buscarte tu no me encontraste, ni te pusiste a buscar. Y cansada de dar vueltas me paré para dejarme encontrar, para que lo que sea que tuviera que alcanzarme lo hiciera.

Pero soy un alma inquieta y no paro de mirar. Me miro a mi sin ver cómo quiero verme. Miro alrededor y me gusta todo y nada a la vez.
Tengo ganas de dejarme llevar, quiero ser todo. Quiero comerme el mundo, pero tengo miedo de que él se me adelante y me quedo en nada. En la nada con opción a ser multitud de posibilidades, pero que nunca es.

Y a cada paso que doy, veo que sigo en el bucle que me lleva al mismo sitio de siempre:
A buscar algo que no quiero, a querer algo que no busco.