lunes, 15 de julio de 2013

Come and save me

Nunca creí en el porqué de dar segundas oportunidades hasta que te conocí y me salió solo negarme a la razón y al orgullo.

Nunca supe del poder que tenemos aquellos a los que nos otorgan el derecho a responder. El derecho, que no la obligación. Porque cuando tienes en tu mano tu propia felicidad y, en ciertos casos, la de gente a la que quieres, ¿quién dice "no" y falla directamente?

He aquí la respuesta a todas las dudas: si sigues sintiendo, date una oportunidad de ser feliz porque nunca sabes qué camino puedes andar esta vez.

No voy a negar que a veces el camino es en realidad un circuito cerrado que no lleva a ningún sitio mas que a marearte y hacerte perder el tiempo, pero no te das cuenta de ello hasta que no has dado unas cuantas vueltas ;)

Desde mi propia experiencia, no podría haber dado otra oportunidad mejor. Quién sabe cómo vendrá el futuro, hay que ser realistas pues todo puede pasar, pero ahora sé con toda claridad que no me arrepiento. Que sigo pensando lo que siento y siento lo que pienso. Que nunca estuve tan segura de algo como lo estoy de haber tomado la decisión correcta respecto a ti. 

lunes, 8 de julio de 2013

Hope and trust.

La mayoría de las veces, las vueltas que damos a todas las ideas, miedos, inseguridades e ilusiones se deben a la falta de esperanza y de confianza que tenemos en las personas y en lo que nos depara nuestra suerte. No voy a generalizar, hay a quien le sobra demasiada, pero por lo general esto no suele suceder.

La vida da suficientes palos como para forjarnos en la creencia de que es imposible esperar tranquilamente y confiar ciegamente, dejando que las cosas sucedan, y que todo salga a la perfección. Todos sabemos que esto no es así, que la vida es como viene, sin rincones, que unas veces se gana y otras se pierde. 

Pero la cuestión es, si el resultado es inevitable e incontrolable, si no siempre va a salir como queremos y no podemos hacer nada, ¿nos toca sufrir o acaso tenemos opción? 
La respuesta está más que clara, pero no es tan fácil aplicarla.

El problema de todo esto es que tenemos (o en mi caso tengo) lo que yo llamo tendencia a la ilusión, porque somos puramente emoción y vivimos de las expectativas que nos creamos. Y cuando la vida llega y las rompe en pedazos, sufrimos como nadie.

Por eso cuesta tanto confiar y tener esperanza, porque buscamos insaciablemente un camino que nos evite el sufrimiento que probablemente la vida nos deparó hace mucho tiempo. Pero somos incapaces de aceptar que estamos desprotegidos, expuestos a la vida y a las personas que quieran jugar con nosotros; que somos incapaces de aceptar la vulnerabilidad que nos otorgan gratuitamente nuestros sentimientos.