domingo, 28 de octubre de 2012

Ella ignora lo que sucede. Ignora que todo ha cambiado, o al menos pretende ignorarlo. No quiere darse cuenta de que cada cosa lleva su tiempo, que cada etapa de la vida comienza y acaba en algún punto. No quiere creerlo, prefiere no pensarlo. Pasa las horas disfrutando, evadiéndose a otros pensamientos. 


Pero no se puede reprimir la tristeza del cambio. Nunca es fácil decir adiós, ni si quiera hasta luego; y menos si es algo así. 
Y en el momento menos pensado, en el detalle más insignificante, todos los recuerdos le inundan. Todo aquello que se ha ido. Respira. Llora un poco. Y lo asume, deja que se vaya poco a poco, como una lágrima por la mejilla.


Su vida ha dado un giro, ya nada es lo mismo.
Pero nadie dijo miedo. 

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