miércoles, 1 de mayo de 2013

Puntos indecisos.

¿Con qué derecho te crees para irrumpir así en mi vida de nuevo y ponerla patas arriba? No sabes de lo que eres capaz en mí. Quizá sí y eso es lo peor. ¿O acaso aún no sabes que eres mi debilidad?

Mi cabeza da vueltas sin parar preguntándose qué es lo que va a pasar, si realmente debería parar. El miedo, otra vez, consume. La inseguridad que ofreces hace que me desvanezca. Y tu inconstancia se muestra como reflejo de que nada te importa lo suficiente. Es así, lo siento si duele. No sé qué quieres. Tú tampoco y ese es el problema, que no sabes lo dispuesto que estás a dar, a entregarte, que no quieres arriesgarte. 
O quieres pero no puedes.

Pues, sinceramente, basta ya de dar vueltas, estoy cansada. De los líos que nuestra historia lleva enredados, de los dardos envenenados que lanzan sutilmente tus sucias costumbres sin querer. Quiero un cambio, quiero todo de ti solo si estás dispuesto a darlo. No me conformo con menos, ni quiero, ni puedo, ni me lo merezco. 
Quiero correr a todo esto un tupido velo y olvidarme de eso que llaman sufrir por amor. Quiero que dejes de ser inspiración, que me dejes mi concentración y mis ganas de marcharme. Déjame alejarme de la atracción que brinda tu cuello, déjame no necesitarte, déjame que vuelva de tus caricias algo evitable. 


Está claro que esto son solo divagaciones mías de una entre mil posibilidades. Que luego, como siempre, tú vendrás a romper todos los esquemas, a querer besarme. Y yo, tonta presa en tu mirada, haré como toda respuesta una inevitable sonrisa de quien se pierde con tu boca. 


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